A pesar de que Vincent Van Gogh sólo dedicó unos diez años de su vida a la pintura, según la opinión de Dieter Beaujean, es el pintor más famoso de todos los tiempos. Beaujean añade que su fama se debe, en gran medida, a su peculiar historia personal, la cual ha dado lugar a innumerables mitos artísticos.
Las numerosas etapas de su vida son testigos de su persistente búsqueda de nuevas metas y, a su vez, de una razón para vivir. Es asombroso que a pesar de que sus obras alcanzan sumas astronómicas, sólo vendió un cuadro en su vida. Por esta razón, se vio obligado a trabajar en diferentes oficios, tales como: marchante de arte en La Haya, Londres y París, maestro auxiliar en Ramsgate y predicador en Isleworth. Además, consiguió un empleo en una librería de Dordrecht, cursó estudios de teología en Amsterdam y estuvo casi dos años como misionero en la región belga de Borinage. Durante el tiempo en que permaneció entre los mineros comenzó a dibujar de forma metódica, y fue en ese ambiente de extrema pobreza que dejó de ser predicador para convertirse en artista.
Precisamente, el permanente contacto con la miseria y el dolor, así como una inquebrantable voluntad, fueron las constantes de la solitaria vida de Van Gogh.
Referencia:
Beaujean, D. (2000). Vincent van Gogh. Barcelona: Könemannn.
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